jueves, 19 de diciembre de 2019

El Quijote bajo la lluvia


De Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla from Sevilla, España - "LLenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros...", CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=51651611

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Aquél invierno fue particularmente copioso en la finca. Las lluvias eran interminables, podían durar casi todo el día. Cien o doscientos milímetros de marca pluviométrica en tan solo unas horas. Los días se antojaban largos, tediosos, soporíferos. ¿Qué hacer en esos dilatados días en un sitio que carecía de energía eléctrica y de cualquier otra facilidad para el sano esparcimiento bajo techo? ¿Qué hacer para contraer las voluminosas y vacías horas de la existencia hasta reducirlas a lo insensible; o para aprovechar el inexorable paso del tiempo en alguna actividad sustanciosa?

Leer.

Una vieja edición de la Espasa-Calpe, adquirida a finales de los años sesenta, tenía en un solo volumen los dos libros del Quijote. Mientras Zeus esté empeñado en regar de agua nuestras tierras hasta la saciedad, habrá tiempo de leerlo. Sí, hubo tiempo de degustarlo a placer, bajo el hipnótico y agradable sonido de la lluvia sobre el techo de zinc. La lectura del Quijote es entretenida, incluso ligera. Es una novela que sabe entrarle al lector; salvo algunos términos específicos, diría que especializados, relativos a los utensilios y herrajes equinos en castellano antiguo, que, sin diccionario al lado, hay que pasarlos de largo. Pero su omisión no opaca la lectura. Es otra propiedad que tiene esta magna obra. Se deja paladear con sal, sin sal, con especias, sin ellas.

Entonces, ¿en la época de Cervantes la gente también era así; tenía las mismas aspiraciones, carencias y virtudes? Sí, contesta el complutense desde el pasado, sonriendo, viendo al lector con mirada piadosa y sintiendo la natural satisfacción por que sus palabras trascendieron una vigencia secular. No es para menos.

Leer el Quijote a los cincuenta años de edad tiene sus ventajas. El pasar por la vida antes de pasear por sus páginas logra que, en lugar de enterarte de ciertas cosas, las confirmes. Es más fácil su lectura y más reconfortante. Y las confirmas con un sabio que está a cuatrocientos y tantos años de distancia, no con un advenedizo que tengas al lado.

El final de su lectura deja una nostalgia en la boca, ansias por nuevas aventuras y pesar por la muerte del hidalgo. Ya no habrá más, terminó sus andanzas. ¡Qué pena!

En un lugar de la zona tórrida, cuyo nombre es Guanarito, ha mucho tiempo que leí, bajo un torrencial aguacero, en medio del verdor llanero, las aventuras del noble caballero de lanza en astillero. El son de la pluvia y su aroma, en mixtura con acordes de tonadas, me recuerdan esta obra policroma, que atesora enseñanzas acertadas.


Tonada de las espigas, de Simón Díaz.
Allí, donde leí a Cervantes.


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Artículo sobre El Quijote en Wikipedia:
El Quijote en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:
En la Biblioteca Nacional de España:
En YouTube (proyecto de la RAE):

Ya no hay excusa para no leerlo, o escucharlo.


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